DE TÚ A TÚ: Jose Manuel Canales Aliende

JOSE MANUEL CANALES ALIENDE. Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Alicante y Director del Grupo de Investigación Observatorio Lucentino de Administración y Políticas Públicas Comparadas. Consultor de la OCDE, del Banco Mundial y de la Unión Europea. Profesor visitante de numerosas universidades, de EEUU (Universidad de Georgetown), de Europa (Bath, Instituto de Estudios Políticos de Burdeos IV) y de Latinoamérica (entre otras, la Universidad de Santa María la Antigua, la Universidad Nacional de Panamá, la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad Nacional de Costa Rica y la Universidad Nacional del Cuyo en Mendoza, etc.). Autor de más de un centenar de obras y artículos académicos, entre los que destacan: Panorama actual de la Ciencia de la Administración (INAP, 1987); Lecciones de Administración y de Gestión Pública (Universidad de Alicante, 2002); Documentos básicos para la Modernización y el Fortalecimiento de las Administraciones en Iberoamérica (ECU, 2009); o, Canales Aliende, J. M. & Menéndez Alzamora, M. Sistema político y administrativo valenciano (Tirant lo Blanch, 2012). Funcionario excedente de varios Cuerpos Superiores de diversas Administraciones Públicas Españolas.


1. Profesor, ¿Cómo llegó a ser profesor de Ciencia política?

Durante los años 1973 y 1974, tras conocer al profesor D. Mariano Baena del Alcázar, que aceptó dirigirme la tesis doctoral, fui colaborador (sin cobrar nada) del entonces Departamento de Derecho Administrativo y Ciencia de la Administración, de la entonces primera y única Facultad en España, de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. El curso 1974-1975, me incorporé, tras superar una convocatoria pública, a una plaza de Profesor Ayudante.
Cuando se creó en 1984, el Área de Conocimiento de Ciencia Política y de la Administración, me incorporé junto al resto de los profesores de Ciencia de la Administración (en especial, los profesores y hoy catedráticos, D. Rafael Bañón Martínez y Dña. Blanca Olías de Lima), del antiguo Departamento, a la nueva área creada y al nuevo Departamento de Ciencia Política II.
Los antes citados profesores y yo, constituimos la primera generación ellos, y yo la segunda, de la llamada Escuela de Ciencia de la Administración creada en la Universidad Complutense.
De lo anterior, se deduce de forma clara e inequívoca, por si alguien lo desconoce, que los modernos estudios de Administración y Gestión Pública, se iniciaron en la Universidad Complutense de Madrid, y años posteriores también surgieron en otras universidades.


2. ¿Qué corrientes o teorías han tenido mayor influencia en España, y cuáles son los temas más populares o difundidos por los alumnos españoles?

No es fácil sintetizar y contestar a esta pregunta. Lo cierto sí que es, que en la Ciencia Política, como en las demás Ciencias Sociales, ha habido y hay una preeminencia de las corrientes anglosajonas, frente a las demás. La influencia francesa, italiana y alemana, que son relevantes además, han tenido escasa difusión y presencia en nuestro país, y en sus académicos.
A lo anterior, podría hoy añadirse otro hecho importante, y es que en función de qué Facultades sean los que alberguen las titulaciones de esta área (Ciencia Política, Administración y Gestión Pública) básicamente de Ciencias Políticas y Sociología o de Derecho), determinarán en parte el contenido de las titulaciones (asignaturas y programas de las mismas).
Los alumnos y alumnas, lógicamente, se verán influidos por los contenidos y las orientaciones de las titulaciones en el lugar en el que las hayan cursado.
Por otro lado, no en todas las Universidades, públicas o privadas, en las que se cursan titulaciones de nuestra Área de Conocimiento, hay profesores reputados especialistas en todos los subcampos o temáticas propias de la Ciencia Política y de la Administración. Conforme ha puesto de relieve, entre otras organizaciones educativas, la UNESCO por ejemplo, el contenido y el ámbito de la Ciencia Política es hoy plural, diverso y muy amplio.


3. ¿Cuáles son desde su punto de vista los principales desafíos a los que se enfrenta la Ciencia Política en España? O parafraseando un ensayo de Sartori ¿hacia dónde va la Ciencia Política?

Las asignaturas de la Ciencia Política en España son diversas y múltiples, como sus cultivadores, y me remito a las principales publicaciones. Ahora bien, en mi opinión, habría que no olvidar en el futuro, estas tendencias posibles en el conjunto de la pluralidad existente:
a. Hacer una Ciencia Política menos empírica, y más explicativa y valorativa de la realidad.
b. Lograr una mayor presencia y status social, pudiendo ser útil en este aspecto el modelo francés. En Francia, el prestigio social y mediático de la Ciencia Política es enorme y superior al del Derecho.
c. Buscar una adecuación entre titulaciones y salidas profesionales.
d. Tener Colegios y Asociaciones Profesionales muy reputadas y rigurosas huyendo éstas del folklore y la parafernalia mediática coyuntural.


4. Profesor, acaba de publicar recientemente el MANUAL de CIENCIA POLITICA en colaboración con el profesor Sanmartín de la UA. ¿qué aspectos aporta este manual no contemplados en otros?

Este Manual que usted dice, está en imprenta y se publicará en breve. En mi opinión habría que destacar, como novedades del mismo:
a. La actualidad y la diversidad de los temas tratados o estudiados, frente a los clásicos ya existentes; muchos de ellos de excelente calidad, como es sabido.
b. La sencillez, la sistemática y la claridad de los temas abordados.
c. Y la participación en el mismo de un gran y prestigioso grupo de profesores del Área de Ciencia Política y de la Administración de toda España, de más de diez universidades públicas.


5. Profesor ¿cree que la ciencia política ha de mantener una mirada crítica sobre la realidad? ¿por qué?

La Ciencia Política como ciencia social, debe ser explicativa de la sociedad, y por tanto en su caso, crítica cuando sea necesario.
Además, debe ser un instrumento para el cambio de la sociedad, y al servicio de ésta.
Se echa en falta un compromiso más público y eficaz de los politólogos y las politólogas en general. Se conocen sobre todo a algunos, y con una visión muy mediática y folklórica de los mismos.
Para ser respetados socialmente, y ser considerados profesionales útiles a la sociedad, hacen falta respuestas serias y rigurosas, estratégicas y omnicomprensivas, y no meramente parciales y coyunturales; o creer que ser un politólogo consiste en seleccionar un número determinado de estadísticas o de indicadores. Esto último no es en absoluto ciencia.


6. Dos de sus últimos libros tratan sobre ética pública y corrupción y sobre el sistema político y administrativo valenciano. ¿La Comunidad Valenciana se ha convertido en un enclave propicio a la corrupción? ¿O forma parte de un clima general de poca transparencia en la gestión pública?

La corrupción no es un fenómeno nuevo, sino constante en la historia y por eso hay que afrontarla adecuadamente.
La corrupción es hoy además común, con mayor o menor intensidad, distinto contenido y características, en todo el mundo.
Lo grave y relevante de España, y de la Comunidad Valenciana en particular, es la ausencia de responsabilidades ex post fruto de la corrupción. La impunidad está al parecer institucionalizada; y, la imputación (siempre presunta y fundada inicialmente, y por tanto, no caprichosa, a demostrar posteriormente), es despreciada e ignorada en ocasiones múltiples por la llamada clase política.
Además, en tiempos de crisis, la sensibilidad y la conciencia ciudadana se hacen más exigentes, lógicamente.
La ciudadanía quiere y exige cada vez más, políticos honestos y responsables totalmente de sus actos. A esto yo añadiría capaces, ya que no basta sólo con la mera buena voluntad para tomar decisiones y resolver los problemas complejos de la sociedad.


7. Se afirma que estamos asistiendo a un contexto de ruptura del bipartidismo español vigente desde los inicios de la Transición política. ¿podemos sostener esta afirmación con tanta contundencia?

Parece que según las últimas encuestas, hay una cierta tendencia hacia la desaparición del bipartidismo imperfecto, hoy existente. No obstante, son encuestas aún, y no elecciones, y veremos lo que en ellas sucede.
En mi opinión, vamos hacia un mayor pluralismo político, pero no aún tanto como se dice.
Por otro lado, la posible pérdida de las mayorías absolutas, conduciría a los partidos para gobernar, a buscar un mayor consenso y un mayor espíritu de diálogo y negociación, entre las distintas fuerzas políticas. Ahora bien, la arena o escenario político, es diverso (así estatal, autonómico o local).
Estimo también que la ruptura del bipartidismo, y de las mayorías absolutas, pueden conducir, además, a una más clara separación entre Política y Administración Pública, a la disminución del número y peso de los asesores políticos, a una mayor profesionalización de la Función Pública y a un menor clientelismo, particularmente en las subvenciones, las contrataciones públicas, la Función Pública y en el urbanismo.


8. ¿Cómo se hace carrera política en España?

La carrera política se hace en España, básicamente, a través de la adhesión política inquebrantable, en la lealtad acrítica, y en el silencio cómplice ante los líderes del partido.
La carrera política no se concibe mayoritariamente pienso, como una vocación y un servicio público, sino como miembro del partido ante todo, en el que se busca ascender.
El trabajo serio, la dedicación, la relación con la ciudadanía, no son valores imperantes en la clase política española, según las encuestas.
Por otro lado, las Fundaciones de los partidos y sus centros de pensamiento, no son lugares de reflexión y diálogo político interno, y con la sociedad civil; ya que se conciben como centros de autodefensa partidaria y maquinarias electorales de los partidos.
El modelo de carrera política debe cambiar fruto de la regeneración democrática demandada a los partidos políticos por la ciudadanía española (véanse las encuestas del CIS).


9 ¿Cuáles son los retos principales que ha de asumir en un futuro próximo la gestión pública?

Los retos de la Gestión Pública, son varios y complejos, y en mi opinión básicamente los siguientes:
a. Dignificarla como expresión de la “res pública” y de los valores públicos.
b. Distinguir titularidad pública, respecto de formas y técnicas de gestión.
c. Profesionalizar a sus directivos y funcionarios, además capacitándolos, motivándoles, y retribuyéndoles adecuadamente. El clientelismo político debe ser eliminado de raíz.
d. No externalizar ni privatizar servicios públicos esenciales, como la salud y la educación.
e. Buscar la colaboración adecuada del sector privado, complementario y no sustitutivo del público.
f. Incluir el llamado tercer sector o de economía social, en la colaboración de la Gestión Pública.
g. Introducir de verdad la filosofía, la cultura, la metodología y las técnicas de la evaluación de las políticas públicas, de los servicios públicos, y de los empleados públicos.
h. Exigir responsabilidades a los responsables de la Gestión Pública, en todos sus niveles y ámbitos.
i. Aplicar con cautela las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, teniendo en cuenta la llamada “brecha digital”.
j. Implantar una auténtica cultura de servicio a los ciudadanos. Estos no son meros clientes, sino sujetos de derechos públicos, que deben defenderse y garantizarse.
k. No olvidar que la comunicación y la información, tanto interna como externa, es diálogo y transparencia, y no una mera difusión de datos, estadísticas y documentos, o la elaboración de una página web.
l. Por último, pero no por ello menos relevante, hacer viable y eficaz la participación en ella de la ciudadanía, que son sus propietarios y la razón y legitimidad de su existencia, y de su actuación, así como de la existencia de todos los empleados públicos.


10. Desde AVAPOL nos inquieta el clima de desconfianza política y desafección institucional ¿Qué propondría para acometer la regeneración democrática y el fortalecimiento institucional de la democracia?

AVAPOL, junto a otras instituciones, asociaciones, universidades, etcétera, puede y debe ser un instrumento coadyuvante, para difundir y lograr en nuestro país una tarea pendiente y necesaria de regeneración democrática.
Bienvenidas sean todas sus actividades para intentar lograr lo antedicho, mediante las diversas fórmulas y medios posibles a su alcance, y siempre que se haga con rigor.
Se ha escrito mucho sobre la regeneración democrática, en especial en el pasado 2013, lo que hace falta es que se lleven a cabo esos cambios ya, antes de que sea demasiado tarde, y el sistema político se resiente notablemente, y surja la alternativa peligrosa y posible de la extrema derecha.


11. ¿Puede dar alguna recomendación a los estudiantes y posgraduados de ciencia política?

Yo animaría y motivaría a los estudiantes a que estudiasen en esta etapa tan importante y decisiva de su vida. Que sean auténticos universitarios, conforme a la visión y misión que entre otros, Ortega y Gasset, aportó sobre la universidad, y en particular que tengan una actitud ética, rigurosa y crítica ante la vida y la realidad social; y que cuando puedan y como puedan, ahora como estudiantes, luego como profesionales, contribuyan a la mejora y cohesión social de nuestro país y a la calidad democrática de su sistema político – administrativo y de sus instituciones.
Hace falta sin duda el aporte del relevo generacional de los jóvenes. Ellos son el presente, pero también el futuro.
La sociedad del conocimiento actual, exigente y competitiva, demanda la excelencia de los profesionales, y ello nos lleva también a la autoexigencia, dedicación y rigor a los profesores responsables de la formación de nuestros jóvenes. Creo que debemos ser no sólo profesores, sino también y sobre todo maestros de la profesión y de la vida; transmitiéndoles no sólo conocimientos, metodologías y técnicas, sino también valores públicos, solidarios y éticos. Creo que faltan muchos maestros, y que sobran profesores de “pacotilla” y “no ilustrados”.


12. ¿Cuáles son en este año 2.014, sus principales proyectos académicos?

Además de mis tareas normales de impartir clases, dirigir tesis doctorales, dar algunas conferencias y desarrollar la actividad investigadora propia y del grupo que coordino y dirijo (el Grupo Permanente de Investigación reconocido de la Universidad de Alicante denominado Observatorio Lucentino de Administración y Políticas Públicas Comparadas), señalaría, esencialmente, los dos siguientes:
a. La dirección, y consolidación, del II Máster On-line, de Liderazgo Político y de Dirección Pública de Instituciones Político-Administrativas.
b. La puesta en marcha y comienzo, en Septiembre del 2.014, del Máster On-line, de Diseño, Gestión y Evaluación de Políticas Públicas y Proyectos Públicos.
Gracias, Profesor por su tiempo. Desde AVAPOL le deseamos mucho éxito en sus proyectos.


María Ángeles Abellán
Coordinadora AVAPOL en Alicante

EL INFLUJO DE MAQUIAVELO 500 AÑÓS DESPUÉS

Uno de los libros más difundidos entre los estudiantes de ciencias políticas es, sin duda, El Príncipe de Nicolás Maquiavelo, un tratado breve y, aparentemente, de sencilla lectura. Sin embargo, toda apariencia suele resultar engañosa y en esta obra, el secretario florentino vierte una parte de su pensamiento que, cinco siglos después, continúa suscitando controversias. Ocurre con los grandes pensadores, y así sucede con Maquiavelo, que siendo uno de los clásicos más populares, sus reflexiones no son siempre suficientemente conocidas, incluso son descontextualizadas. En los albores del siglo XXI, el influjo de sus ideas sigue siendo vigoroso y sus obras son objeto de un debate inacabado. Porque siendo tan conocida su obra El Príncipe, no podemos olvidarnos de Discursos sobre la primera década de Tito Livio, una magnífica obra que contiene su auténtico pensamiento político, junto a otras como El arte de la guerra, Historia de Florencia o La Mandrágora. 

En el caso de Maquiavelo, no solo ha sido leído e interpretado como ocurre con otros teóricos, sino que sus lecturas y sus conclusiones han sido, incluso, opuestas. Admirado por unos, calificado como maestro del mal, por otros. De hecho, la política actual es fruto de ese apasionado antagonismo entre maquiavélicos y antimaquiavélicos. 

La mención de su nombre, Maquiavelo, genera una fuerte carga de ambivalencia, que pocos pensadores despiertan entre los lectores. Pocock, Skinner y Viroli –sus estudiosos contemporáneos- nos recuerdan la existencia de un debate en torno a dos formas incompatibles de entender a Maquiavelo: como subversor o como restaurador de las ideas clásicas republicanas. De esta forma el pensamiento político maquiaveliano ha sido justificado tanto como un ejemplo de absolutismo como de republicanismo democrático.

Esta supuesta incompatibilidad ha sido ilustrada entre El Príncipe y Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Sin embargo, como nos advierte el profesor Del Águila entre ambas obras existe complementariedad pues El Príncipe surge como consecuencia de reflexiones de carácter general sobre las repúblicas e íntimamente ligado a ellas. 

Los filósofos y numerosos intelectuales se han ocupado de nuestro autor: Strauss, Marx, Croce, Althusser, Oakeshott, Merleau-Ponty, Hannah Arendt, Wolin, Gramsci, Toulmin, MacIntyre, Bobbio, Rafael Del Águila, entre tantos otros. Sus denominadores comunes han sido justificar o explicar el pensamiento político de Maquiavelo, quizás, porque nos legó demasiadas antinomias e incógnitas que aún perduran. En el fondo de su teoría política subyacen de forma encendida dicotomías políticas de gran calado sobre las que seguimos teorizando en la actualidad: razón de Estado o vivere político, gobierno de hombres o gobierno de leyes, Fortuna o virtú, el príncipe o el pueblo, amor o temor, realidad o apariencia, y la guerra o la paz. Esta dicotomización nos sumerge, si cabe, más en la complejidad a la hora de encuadrar a nuestro pensador. Como dice Norberto Bobbio Maquiavelo es un clásico; y lo es porque un clásico es aquel escritor que es siempre actual y cada generación siente la necesidad de releerlo, de reinterpretarlo (2003: 24-26) Las contribuciones de nuestro autor son numerosas y merece la pena destacar algunas porque Maquiavelo constituye un punto de inflexión en el panorama de la teoría política. Althusser (2008:335, 341) describe que la soledad de Maquiavelo nos remite al carácter insólito de su pensamiento porque está aislado. Este aislamiento se produce porque Maquiavelo ocupa un lugar único y precario en la historia del pensamiento político: por un lado se despliega una larga tradición de moral religiosa e idealista y por otro emerge una nueva tradición de la filosofía política del derecho natural. La soledad de Maquiavelo, en la perspectiva de Althusser, es la de haberse liberado de la primera tradición antes de que la segunda lo inundase todo. 

Una de las ideas de Maquiavelo que más controversias y ríos de tinta ha provocado ha sido aquella que considera la autonomía de la política respecto de la ética. Las leyes de la política son independientes de las normas morales, es decir, separa lo que debe ser de lo que es: así surge el nacimiento de la Ciencia política. Desde esta posición neutral y aséptica intentaría analizar y objetivar los acontecimientos políticos al margen de consideraciones éticas. Como sugiere el profesor Del Águila, su enseñanza y su saber político se convertirían en reversibles: servirían tanto a los tiranos como a los gobernantes justos. 

Por otro lado, la herida de Maquiavelo, acuñada así en la historia del pensamiento político, y sin la que no puede entenderse la historia política occidental, consiste en su afirmación de que el bien puede provenir del mal y viceversa. Cualquier medio nos advertirá Maquiavelo, por inmoral o cruel que pueda parecer, es legítimo si con él se consigue el fin político supremo que es la seguridad, la paz y la autonomía.

Pero además, la virtú y la Fortuna juegan un papel fundamental en su teoría política porque la experiencia humana está regida por ambas. La virtú es considerada como una energía excepcional y una habilidad estratégica para dominar la Fortuna, diosa romana que derivó en un símbolo de inconstancia, de designios caprichosos. La Fortuna deviene en indeterminación, en contingencia: lo que hoy conocemos como amenazas del entorno. 

En este sentido, lo inesperado es un aspecto fundamental de la vida política. De aquí surge la visión dialéctica de la acción política entre la virtú y la Fortuna. Como señalaría Maquiavelo “nunca hay opciones seguras porque el orden de las cosas trae consigo que apenas se trata de evitar un inconveniente cuando ya se ha presentado otro (El Príncipe , XXI).

Empero, existen más perspectivas sobre las que focalizar el pensamiento de Maquiavelo. Su teoría política nos transmite un republicanismo vivo, centrado en el pueblo y de la libertad. Como defensor de la comunidad política reivindica el bien común y un modelo de ciudadano republicano virtuoso y comprometido con su patria. Maquiavelo fue un firme defensor de valores y prácticas sobre las que teorizamos en la actualidad: el anhelado bien común, los deberes cívicos, la libertad, el amor a la patria, la participación en la vida pública y la grandeza cívica. Estos valores configuran el vivere civile porque las buenas instituciones transforman a los hombres en ciudadanos virtuosos (D. I,3). Maquiavelo menciona las principales amenazas a la vida pública: las oligarquías, las ambiciones de los poderosos, no contemporizar los problemas, las divisiones y fracasos que arruinan la república, ganarse el odio del pueblo y, sobre todo, la corrupción porque disuelve la posibilidad de la vida civil, es la enemiga de la libertad y el orden, de las buenas costumbres y de las leyes.

La presencia de Maquiavelo en nuestro siglo continuará vigorosa porque nos recuerda que nunca hay conquistas definitivas y que la vida pública ha de asumir dos elementos clave como son el conflicto y la incertidumbre, que rigen la realidad política. 

La actualidad de Maquiavelo nos recuerda la necesidad de revitalizar nuestra praxis democrática, la afirmación de lo cívico como un a priori de nuestra vida en común, la conveniencia de mantener y respetar instituciones que vivifiquen la vida ciudadana, al tiempo que nos alerta de forma insistente sobre los peligros de la corrupción porque arrasan la vita activa y abisman la posibilidad de construir una ciudadanía examinada que tanto necesitan las sociedades contemporáneas. 

Maria Ángeles Abellán 
Coordinadora AVAPOL en Alicante 

 BIBLIOGRAFÍA

AGUILA DEL R. (2000): La senda del mal. Política y razón de Estado. Madrid, Taurus AGUILA DEL R. y CHAPARRO S. (2006): La república de Maquiavelo. Madrid, Tecnos ALTHUSSER L. (2004): Maquiavelo y nosotros. Cuestiones de antagonismo. Madrid, Akal ALTHUSSER L. (2008): La soledad de Maquiavelo. Madrid, Akal BERMUDO J.M. (1994): Maquiavelo, consejero de príncipes. UB BOBBIO N. (2009): Teoría general de la política. Madrid, Trotta 
FEDERICO II DE PRUSIA (1995): Antimaquiavelo. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales. 
MAQUIAVELO Nicolás. (2000): Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Madrid, Alianza. Traducción de Ana Martínez Arancón 
MAQUIAVELO Nicolás (2010): El Príncipe. Madrid, Alianza, traducc. Miguel Ángel Granada POCOCK J.G.A. (2002): El momento maquiavélico. El pensamiento político florentino y la tradición republicana atlántica. Madrid, Tecnos 
 SKINNER Q. (1998): Maquiavelo, Madrid, Alianza 
STRAUSS L. y CROPSEY J. (1996): Historia de la filosofía política. México. 
FCE VALLESPÍN F. (ed.) (1995): Historia de la teoría política 2. Madrid, Alianza 
VIROLI M. (2004): La sonrisa de Maquiavelo. Barcelona. Tusquets edit 
VIROLI M. (2009): De la política a la razón de Estado. La adquisición y transformación del lenguaje político (1250-1600). Madrid, Akal 
WOLIN S. (2001): Política y perspectiva. Continuid

La I Guerra Mundial o la demolición del progreso ilimitado

El escenario que se abre con el siglo XIX ha sido considerado por buena parte de los autores que se han adentrado en este periodo histórico como una era positiva. Todo parecía indicar que la humanidad inauguraba una nueva etapa sumergida en un progreso exponencial que no parecía conocer límites. Las innovaciones tecnocientíficas no solo se dejaban notar en unos beneficios crecientes en manos de los industriales y empresarios, sino que también servían para mejorar las condiciones de vida de amplios sectores de la sociedad. Una era del progreso que, en términos generales, abarcaría desde poco antes de los años cincuenta del XIX hasta el punto de no retorno que marcó la I GM. 

 Fue a raíz de la Gran Guerra cuando las generaciones de jóvenes cultivadas en el antiguo mundo constatarían “el mito del progreso ilimitado en que se fundaba la civilización liberal, capitalista e imperialista de la belle époque”, advierte Roger Griffin en su obra Modernismo y fascismo. Una posición semejante sostiene Stefan Zweig en El mundo de ayer, cuando apunta que durante el siglo XIX “el sentimiento de seguridad era la posesión más deseable de millones de personas, el ideal común de vida”. Una fe en el progreso ininterrumpido e imparable tenía para aquel siglo la fuerza de una verdadera religión. 

 El idealismo más extremo parecía henchir los corazones de los ciudadanos europeos, por lo que nadie podía concebir un futuro que no estuviera plagado de avances y progresos. Un mundo de seguridad que, en palabras de Zweig, no dejaba de ser un ilusorio y frágil “castillo de naipes”. El mundo burguesamente estabilizado y ordenado, “ovillado en la seguridad, las posesiones y las comodidades”, estaba a las puertas de ver cómo de pronto todo se desbarataría sin solución de continuidad. 

 En esta misma línea, Toni Wrigley considera que hasta la I GM el grueso de Occidente siguió inmerso en un periodo de relativa quietud. En aquellos días podía pensarse que “nuestro padre sabía más que nosotros, se daba crédito a la sabiduría que aportan los años, y las normas consuetudinarias de conducta, como las creencias usuales, gozaban de autoridad”. Con el fin del conflicto en 1918, el cambio rápido se constituirá en la regla, por lo que la autoridad de los viejos ideales ya no gozará de vigencia en una sociedad en perpetuo cambio y evolución.

Tras cuatro largos años de guerra como nunca antes se había conocido, terminaron por desplomarse los mitos progresistas e idealistas que habían conformado la cosmovisión europea desde mediados del XIX. La edad de oro de la seguridad y de la razón anterior a la I GM, donde todo tenía su norma, su medida y su peso determinados, había fracasado. Las esperanzas depositadas en un porvenir sin contratiempos se diluyeron de repente.

La demolición del presente

El mundo de nuestros días también ha experimentado un desencantamiento generalizado respecto a la idea del progreso ilimitado. Si hace cien años el pistoletazo de salida fue el estallido de un conflicto armado a escala global, hoy nos enfrentamos a una cruenta contienda económica y financiera que empezó a fraguarse en el ocaso del siglo XX y que terminó por estallar con el derrumbe de los grandes bancos y aseguradoras de Estados Unidos.

Más de cinco años después de la caída de Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008, la tormenta perfecta todavía no ha remitido en todos sus flancos y aún son muchas las retaguardias que siguen desprotegidas. Son numerosos los reclutas que, esperanzados en un futuro más prometedor que el de sus padres, han terminado por perder su confianza en el mañana y se han visto impelidos a enrolarse en inciertos frentes extranjeros.

El mito del progreso perpetuo, o lo que es lo mismo, la manufactura de utopías irrealizables en el mundo real, es sin duda uno de los ejercicios más peligrosos que pueden acometerse, en tanto que inoculan en el imaginario colectivo una amalgama de quimeras que, más pronto que tarde, terminan por desvelarse como falsas. Como ya advirtiese Karl Marx, “la historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa”. 

Emilio Sancho 
Junta Directiva AVAPOL 

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